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sábado, 12 de septiembre de 2009

POR QUÉ CREEMOS EN EL JUEGO


Cuando comenzamos con JUEGO CON OTROS nunca imaginamos las experiencias que viviríamos junto a los chicos. Imaginen tres pequeños con dificultades para establecer interacciones con otros. Tres niños de 5 años que han sido diagnósticados con TGD no especificado. Este sábado, uno de ellos abrazaba consolando al otro que estaba llorando.
Imaginen a un niño con berrinches que puede transformar el tirar descontroladamente todo, en un juego y "hacer terromoto" con intercambio de cosquillas con la coordinadora.
Estas cosas suceden cuando la propuesta es simplemente jugar. Cuando esperamos los tiempos que cada puede y aceptamos el ritmo que cada uno trae.
Suceden porque el compañero de juego también tiene dificultades. Y eso permite que los roles cambien permanentemente. A Joaquín le gusta llevarse todo a la boca, entonces Tomás puede decirle "en la boca no". Pero cuando Tomás se pone triste, Joaquín lo abraza y lo contiene. No le pregunta qué le pasa, sólo lo espera y lo abraza. Ian juega con muchos juguetes, y les muestra a los otros de cuántas maneras se puede jugar con un auto. Y cuando Ian los empuja para pasar, ellos le muestran que igual lo dejarán jugar aunque no pida permiso. Pero que si le pide con palabras la pelota, se la ceden sin problemas.

Los vínculos tienen maneras diferentes de construirse y de manifestarse. Cuando aprendemos a leer las señales, nos damos cuenta de que JUGAR CON OTROS no sólo es posible, sino necesario.

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